La buena marcha del sector inmobiliario atrae a oportunistas faltos de la profesionalización y experiencia necesaria para llevar a cabo un negocio de tanto peso en la economía. Los expertos alertan que la intermediación es el nuevo objetivo de los piratas inmobiliarios.
Desembarco de nuevas compañías inmobiliarias de dudosa reputación
El crecimiento del sector inmobiliario atrae a un sector oportunista en busca de dinero fácil aprovechando el tirón del mercado. La aparición de nuevas compañías de dudosa experiencia e intenciones pone en alerta a las firmas consolidadas del sector, que temen por las repercusiones – para mal- que estas puedan tener en el equilibrio del sector.
Un equilibrio al que ha costado mucho llegar tras un ciclo a la baja que ha tenido un impacto negativo en la imagen del sector.
Una historia con ecos del 2008
El comienzo de la crisis en el año 2008 trajo consigo una situación similar: anterior al comienzo del colapso, la buena marcha del mercado inmobiliario supuso un canto de sirena al que no se pudieron resistir aquellos que querían dinero rápido y fácil sin tener en cuenta las consecuencias.
Por aquel entonces, se puso de moda ser promotor o comercial inmobiliario sin ningún tipo de experiencia, trayendo consecuencias nefastas como la burbuja inmobiliaria. Así tal y como informa Jorge Salido Cobo, experto inmobiliario del diario el Mundo: ” Este riesgo de irrupción de firmas primerizas al calor del dinero fácil es uno de los retos (a mitigar) del nuevo ciclo inmobiliario”.
Estos nuevos profesionales fueron apodados ”los chiringuitos”, y así, con la llegada de la burbuja que ellos ayudaron a crear, fueron los primeros afectados por la poca solidez de sus negocios. En palabras de Cobo: ”hace 10 años, la barra libre de crédito avivó los proyectos residenciales (muchos sin demasiado criterio) y la creación de promotoras (sólo en el nombre). El contexto económico permitió a personas no preparadas ni formadas en el sector que pudieran adentrarse en él con el único objetivo de ganar dinero rápido y arriesgando muy poco o nada”.
¿Cuáles fueron las consecuencias? A raíz de la explosión de la burbuja, la banca restringió el acceso a la financiación, para así dejar fuera de la carrera a los oportunistas.
¿Cuál es el panorama en la actualidad?
Tras la importante restricción del acceso a los costosos proyectos de construcción, es difícil que vuelvan a proliferar esta clase de pseudoprofesionales promotores a gran escala, tal y como ocurrió en el pasado. Sin embargo, profesionales del sector advierten de la aparición paulatina de ventajistas en la intermediación.
Según el registro de empresas activas del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2017 hay en marcha 67.812 compañías de promoción inmobiliaria, la menor cifra en la serie histórica de este organismo que comienza en 2008 con 106.375 firmas. Desde entonces, este número no ha parado de descender.
Aunque el sector de la promoción está más a salvo, el que no se libra es el de la intermediación ”donde las exigencias económicas para la puesta en marcha de una empresa son mucho menores” en palabras de Cobo.
El mundo de la intermediación está poco regulado, y el afán de ganar la comisión deja a los clientes en una posición de vulnerabilidad. Tal y como indica una afectada por la mala gestión intermediaria al diario El Mundo: ”Parece que la intermediación inmobiliaria sigue siendo una profesión sin restricciones en la que cualquiera con un poco de cara puede trabajar”.
Mayor regulación y profesionalización
Los expertos abogan por una mayor regulación y profesionalización del sector. Es un sector con poca cualificación, por lo que la gestión, en ocasiones, es nefasta para la buena marcha de la economía, como se pudo comprobar la anterior burbuja inmobiliaria.
El origen de esta falta de cualificación se remonta a la normativa europea, que impide la intervención de los gobiernos, por lo que el sector busca la autorregulación a través de códigos de buenas prácticas.
Por ello, Maria José Corrales, impulsora de la Federación de Asociaciones de Empresarios Inmobiliarios( Fadei), declara que ” hay que luchar por una formación profesional para cualificar a los agentes, hacer las cosas cada vez mejor y trabajar para promover una cultura de uso entre el consumidor. Vender una casa es mucho más que hacer fotos, enseñarla o colgar anuncios en internet”.
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